miércoles, 13 de febrero de 2013

La Memoria de los Olores


Los científicos se han preguntado por mucho tiempo cómo logramos recordar los olores a pesar de que cada neurona olfatoria, presente en el epitelio, sólo sobrevive aproximadamente 60 días, siendo reemplazada por una célula nueva. En la mayor parte del cuerpo, las neuronas mueren sin ningún sucesor. Pero a medida que las neuronas olfatorias mueren, una capa de células troncales ubicadas debajo de ellas, generan constantemente nuevas neuronas olfatorias para mantener un suministro constante.
"El misterio era, ¿cómo logramos recordar los olores cuando estas neuronas se están reciclando constantemente y el nuevo lote tiene que formar sinapsis nuevas?", dice Buck. "Ahora sabemos la respuesta: las memorias sobreviven porque los axones de las neuronas que expresan el mismo receptor siempre van al mismo lugar".
Y, entonces, algunas etapas del olfato comienzan a rendirse ante los investigadores. Pero muchos misterios perduran. Por ejemplo, ¿qué le sucede a la información, acerca de los olores, después de que ha conseguido llegar desde el bulbo olfatorio hasta la corteza olfatoria? ¿Cómo es procesada allí? ¿Cómo llega a los centros superiores del cerebro, en los cuales se vincula la información acerca de los olores con el comportamiento?
Algunos investigadores creen que tales preguntas pueden ser mejor contestadas estudiando a la salamandra. La cavidad nasal de esta criatura, de tipo lagartija, es un saco aplastado. "Uno la puede abrir más o menos como a un libro" para examinar cómo las neuronas olfatorias responden a los olores, dice John Kauer, un neurocientífico en la Facultad de Medicina de Tufts y en el Centro Médico de Nueva Inglaterra en Boston, en Massachusetts, quien ha estado trabajando en el olfato desde mediados de los 70.
Las salamandras harán posible el análisis del sistema olfatorio completo, desde los receptores odoríferos hasta las células presentes en el bulbo olfatorio, en niveles superiores del cerebro; e incluso el análisis de la conducta, piensa Kauer. Su grupo de investigación ya ha entrenado a salamandras para cambiar su piel-que es el tipo de respuesta conductual que se mide en las pruebas de los detectores de mentira-cuando ellos perciben cierto olor.
Para estudiar el sistema entero de un modo no invasivo, Kauer utiliza una serie de fotodetectores que registran al mismo tiempo, desde muchos sitios. Aplica tintes especiales que revelan los cambios de voltaje en las membranas de las células. Luego, enciende una cámara que proporciona una imagen de la actividad en muchas partes del sistema.
"Pensamos que esta grabación óptica nos dará un panorama global de lo que hacen todos los componentes, cuando operan juntos", dice Kauer. Espera que "quizá en 10 ó 20 años en el futuro, seamos capaces de hacer una descripción muy cuidadosa de cada paso del proceso".
Esto sería un progreso asombroso para un sistema sensorial, que estaba virtualmente inexplorado hace cinco años. Los descubrimientos de Axel y Buck han estimulado el estudio del olfato, y ahora los científicos se congregan en este campo, resurgido ante la posibilidad de, finalmente, lograr resolver sus misterios.

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